ECONOMÍA CHINA La inversión productiva

ECONOMÍA CHINA
La inversión productiva permitiría incrementar el PIB potencial desde los niveles actuales. Además,
por inversión productiva entendemos “aquellas inversiones rentables que reducirían los costes y
permitirían obtener economías de escala (sin provocar tensiones inflacionistas)”.
Y, dicha inversión productiva, es posible potenciarla siendo muy selectivos con la calidad del crédito bancario. El coste del capital, pues, debe aumentar. Financiar proyectos con bajos rendimientos, a bajo coste, supone remunerar el ahorro de forma ineficiente. De ahí que sea preciso liberalizar los intereses. Y ofrecer también más alternativas al ahorro cautivo en depósitos bancarios cuyos intereses, ahora, son negativos.
Además de la reforma del sistema cambiario y financiero, China debe consolidar su nueva estructura económica. Para dejar de depender tanto del sector exportador y las inversiones, tiene que orientarse hacia un mayor consumo doméstico. Y habrá más consumo conforme se reduzcan las elevadas tasas de ahorro. En este sentido, una cobertura sanitaria universal y asequible reduciría el ahorro por precaución33. Todo encaja: la reducción del ahorro estimularía el consumo, generándose igualmente nuevas empresas y puestos de trabajo. El ahorro chino, directa o indirectamente, sirve para financiar proyectos estatales cada vez menos viables. Sustituir inversión pública por consumo privado es, sin lugar a dudas, la gran reforma pendiente que tiene China en estos momentos.
• REFORMAS POR EL LADO DE LA OFERTA AGREGADA
Como he comentado anteriormente, dichas reformas estarían relacionadas con los factores productivos trabajo, capital y tecnología (productividad). Y, también, con la propia estructura del
tejido productivo chino. En este punto, existen infinidad de recomendaciones, por lo que solamente
voy a intentar enumerar algunas relevantes:
1) Dentro del mercado laboral, es urgente garantizar la libre circulación de trabajadores.
El actual sistema de empadronamiento fijo, o hukou, obstruye dicha movilidad. El hukou lo que otorga son derechos sanitarios y educativos para los titulares del mismo únicamente en sus ciudades de origen. Esta restricción impide al factor trabajo moverse libremente allá donde podría encontrar las mejores oportunidades. El hukou es un cortafuegos para evitar la emigración incontrolada a las ciudades. Por tanto, si China quiere tener una movilidad saludable del factor trabajo, y evitar igualmente aglomeraciones masivas en sus ciudades; tendrá que “urbanizar” el mundo rural. Parece que los últimos planes quinquenales ya recogen actuaciones en este sentido para el centro-oeste del país.
2) Dentro del mercado laboral, urge también seguir incidiendo en el aumento de la productividad por trabajador. China lleva tres décadas aumentando, a una tasa media de dobles dígitos, la productividad del trabajo. En 2008, sin ir más lejos, el incremento fue del 8,6% (solo superada por Armenia, Bielorrusia, Rumanía y Uruguay34). Sin embargo, las ganancias chinas en productividad están presentando una tendencia decreciente. Esto, en parte, puede responder a la incorporación creciente del capital al proceso productivo. Pero no debemos olvidar que, conforme disminuye la productividad laboral, habrá más desempleo e inestabilidad social. Y cuando una economía acumula capital en exceso, éste acaba ofreciendo rendimientos decrecientes. Es por ello que China debe trabajar en reducir su tasa de desempleo, actualmente superior al 10%35. Aumentando la productividad bajaría
el paro, subirían los salarios y, con ello, se registraría también un mayor consumo.
Aprovechando óptimamente el capital humano, no sería necesario acumular tanto capital físico para crecer como hasta ahora. La acumulación óptima de capital físico ofrecería rendimientos crecientes. Se podría reducir el ahorro que, con pleno empleo, favorecería un mayor consumo. Y la estructura económica china, con menos crecimiento pero más eficiente, acabaría evolucionando hacia un modelo propio de los países desarrollados. Dicha estructura estaría basada en una economía de servicios, con un elevado consumo y unas exportaciones donde primaría el alto valor añadido. Para ello hay que priorizar las inversiones en I+D y educación, donde al menos nominalmente ya se están destinando cuantiosos recursos36. Con todo, los resultados de todas estas políticas será posible
contrastarlos a medio-largo plazo.
Promover una acumulación del capital de mayor calidad, como apuntábamos en las reformas
propuestas para la demanda, también servirá para incrementar el PIB potencial a medio-largo plazo.
Y el acceso eficiente al crédito por parte de las empresas privadas haría que dichas inversiones
fuesen más rentables, mientras también aumentaría la productividad.

Fuente: http://www.intereconomia.com/blog/economias-asiaticas  

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