El confucianismo, doctrina oficial del imperio
Como hemos dicho más arriba, el confucianismo no se instaló de pronto en la dinastía Han sino tras setenta años de lenta resurrección tras el exterminio que de la escuela hizo el Primer Emperador. Los confucionistas había sido asesinados o exiliados y sus libros quemados por la dinastía Qin. No es extraño que intentasen coaligarse y afianzarse con los Han. La cuestión es como pasaron a institucionalizarse como la burocracia e incorporarse a las tarea del gobierno del imperio, de un imperio bimilenario cuya mayor caracterización es la de precisamente ser un imperio burócrata.
Con la estabilización del imperio Han los grandes propietarios iban extendiendo sus propiedades hasta el punto de que comenzó a temerse por la disgregación del imperio en feudos si estos seguían acumulando poder, por lo que, en un intento de reforzar el poder central, el primer ministro Dong Zhongshu (179 – 104 a. C.) recurrió al reforzamiento de la tradición confuciana. Dong argumentaba que no se podría lograr un pensamiento unificado con la proliferación de muchas escuelas, de modo que propuso que se estudiasen tan solo los textos confucianos y la enseñanza del resto de las escuelas se prohibiese. A sugerencia de Dong, el emperador más destacado de la dinastía Han, Han Wu Di, estableció instituciones de alto aprendizaje en Chang an (Xi an), la capital, y en varias prefecturas en las que nombró como doctores a los expertos confucianos. En los años siguientes, muchos seguidores de las ideas confucianas fueron nombrados altos oficiales de la corte Han y el confucianismo asumió gradualmente la posición dominante.
Según el estudio del sinólogo Helmut Wilhelm, en su trabajo sobre el estilo literario fu que floreció a principios de la dinastía Han9, la obtención del rango de funcionarios supuso para los letrados un arma de doble filo. Por una parte
aseguraban su estatus, pero, por otro, perdían su independencia. Wilhelm hace un estudio de cuatro poemas del estilo fu, que denomina “la frustración del letrado”.
Uno de esos poemas es de Hsun Ching. Éste primero despliega sus buenas calificaciones para ser funcionario y, sin embargo, concluye en que, como en los tiempos pasados - los de Confucio y Mencio- , no es ésta la época correcta para él. Acusa a la gente de su tiempo de vivir en la ceguera y la estupidez y concluye diciendo “¿cómo puedo ‘casarme’ con ellos?”. Otro poema, de Chia I, muestra desesperación porque no hay síntomas de la gracia celestial en el porvenir. Según Wilhelm, aunque el texto de Hsun Ching parece personal, se refiere en realidad a la relación entre el emperador y los letrados y, en ella, el emperador es el culpable.
Wilhelm menciona, además, los textos fu de la “frustración del letrado” más paradigmáticos - que el no traduce por ser bien conocidos, dice. El primero pertenece al prominente confucionista de la época, Tung Chung-shu, quient tuvo mucho que ver con la institucionalización de la clase de los letrados, y otro, del gran historiador Sima Qian. Tung fue fundador de la Escuela del Nuevo Texto, que tenía pretensiones de independencia respecto al poder, en contraste con la Escuela del Viejo Texto, totalmente sumisa al emperador. Según la visión - de frustración- de Tung, éste lleva a su extremo el dilema de la contraposición entre la independencia y el poder, señalando que es una cuestión insoluble. Primero plantea dos soluciones racionales y luego las lleva a ambas a un callejón sin salida. Tung, sin embargo, apunta luego a la idea de la oportunidad, de modo que, coherente con su práctica política en la Escuela del Nuevo Texto que busca la independencia personal, local y regional del letrado, ve que el tiempo puede abrir puertas a la oportunidad, en el sentido inverso a los tiempos impropicios que él vive. En el caso de Sima Qian, a quien se le ha caracterizado en ocasiones de taoísta, pero que, según Wilhelm es más fiel confucionista que el mismo Tung, no hay solución entre la ambición del letrado y su realización. El resultado más lógico sería, según Sima Qian, el suicidio, caso que él trata bien ampliamente en su poscrito a las biografías de Qu Yuan - uno de los más famosos poetas chinos, que se suicidó cuando el Primer Emperador anexionó su estado- y Chia I, e igualmente lo trata largamente en su carta a Jen An. El porqué él mismo no elige ese camino lo explica en esta última carta aduciendo dos razones; el terror que le produce que la acción misma le quite la conciencia de su dignidad y que quiere permanecer fiel a su vocación. Esta es ya una actitud por la que Confucio era famoso; de él fue dicho: “Hay alguien que quiere realizar una tarea incluso aunque sabe que no podrá ser realizada”. Esa actitud de Confucio es la que crea el funcionariado en China, según concluye Wilhelm.
Uno de los asuntos que más preocupaban a Dong Zhongshu era la relación entre el emperador y el cielo. A la vieja idea de que el emperador recibe el mandato del cielo añadió la de que al hacerlo le adjunta una moralidad inherente; el deber de trabajar para realizar la voluntad del cielo y, si lo hace bien, el cielo enviará buen tiempo para recompensarlo y si no, eclipses, tormentas y meteoros o fenómenos extraordinarios para advertirle. Este pensamiento está bastante arraigado en la mentalidad china hasta el día de hoy. En ese sentido, es significativo que siempre se destaca que Mao murió tras un terrible terremoto.
Al respecto de las señales del cielo, en la dinastía Han es interesante el estudio de Wolfram Eberhard10. En este estudio se pone de manifiesto la utilidad política que se hace de cualquier acontecimiento natural extraordinario o semiextraordinario para criticar el comportamiento del emperador, de su esposa, de sus ministros, como augurio para sus planes o como anticipo de futuras desgracias. Tal anarquía de interpretaciones de los acontecimientos meteorológicos lleva al autor a la conclusión que los estudios y las observaciones del cielo tenían un uso político y no científico - por el contrario, el aspecto político perjudicó notablemente el avance científico y la utilidad de su conocimiento para la agricultura- y servían para controlar y modificar la acción del emperador, al modo, dice el autor, que en la Europa medieval se limitaba el despotismo feudal apelando a la Biblia.
Fuente: LA FILOSOFÍA POLÍTICA CHINA CLÁSICA
Historia y pensamiento en China
MANUEL HERRANZ