Los Han posteriores u orientales (25-220)
La debilidad administrativa y la ineficacia lastraron la última dinastía Han u oriental desde sus inicios. Al igual que bajo los Han anteriores u occidentales, el gobierno central entró en decadencia al ser elegidos familiares maternos incompetentes en representación de los emperadores infantiles. Con la ayuda de los eunucos de la corte, los emperadores posteriores consiguieron deshacerse de ellos, pero sólo a costa de conceder una responsabilidad igualmente grande a los eunucos cortesanos. Como resultado de ello, el gobierno de nuevo estuvo dividido en facciones. Entre el 168 y el 170 surgió el conflicto entre los eunucos y los burócratas, que sentían que los primeros habían usurpado su legítima
posición de influencia en el gobierno. Hacia el 184 se produjeron dos grandes rebeliones, encabezadas por un grupo taoísta denominado Turbantes Amarillos, que saquearon Shandong y las áreas adyacentes. En el 215 fue sofocada otra rebelión taoísta dirigida por la Sociedad de los Cinco Montones de Arroz de Sichuan.
1.2.5 Periodo de desunión
La dinastía Han comenzó a desmembrarse cuando las grandes familias terratenientes, aprovechándose de la debilidad del gobierno imperial, establecieron sus propios ejércitos privados. Finalmente, en el 220, Cao Pei fundó la dinastía y reino Wei (220-265) en las provincias del norte. La dinastía Shu Han (221-263) se estableció en el suroeste y la dinastía Wu (222-280) en el sureste. Los tres reinos libraron incesantes guerras entre sí. En el 265, Sima Yang, un poderoso general de la dinastía Wei, usurpó el trono y estableció la dinastía Xi Jin (265-317) en el norte de China. Hacia el 280 había reunificado el norte y el sur bajo su mandato. Sin embargo, poco después de su muerte en el 290, el Imperio empezó a derrumbarse. Una importante razón para esta inestabilidad interna era la influencia de las principales familias terratenientes.
Hicieron que su poder se sintiera a través de un sistema de nueve grados de funcionarios, mediante el cual se dio a individuos destacados en cada zona administrativa la autoridad para jerarquizar a las familias locales, de acuerdo con su potencial de servicio al gobierno. A causa de la arbitrariedad con que algunas personas importantes decidieron la clasificación, a menudo reflejaba más los deseos de las familias dirigentes en el territorio que el mérito de aquéllos que habían sido elegidos.
Las tribus no chinas del norte, a las que los Han habían combatido hasta conseguir detenerlos a lo largo de la frontera, aprovecharon la oportunidad que les ofrecía la debilidad del gobierno para extender su ansia de tierras de pastos dentro de la fértil llanura del norte de China. Las invasiones comenzaron en el 304, y hacia el 317 los xiongnu habían arrebatado a la dinastía Xi Jin el norte de China. Durante casi tres siglos este territorio estuvo gobernado por varias dinastías no chinas, mientras en el sur lo hacían una sucesión de cuatro dinastías chinas, todas ellas centradas en el área de la actual ciudad de Nanjing. Ninguna de las dinastías invasoras fue capaz de extender su control sobre la totalidad de la llanura del norte hasta el 420, año en que lo hizo la dinastía Bei Wei (o Bei del
Norte, 386-534).
Durante la segunda mitad del siglo V los Bei del Norte adoptaron una política de unificación. Se administró burocráticamente la región agrícola del norte de China, como había ocurrido con dinastías chinas anteriores, y se impuso el servicio militar obligatorio a los miembros de las tribus. Se adoptaron las ropas y costumbres chinas y el chino se convirtió en el idioma oficial de la corte. Los
jefes tribales, presionados por esta política unificadora, se rebelaron y en el 534 derrocaron a la dinastía. Durante los siguientes 50 años, el norte de China fue gobernado nuevamente por dinastías no chinas.
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Eugenio Anguiano (agosto de 2008).