• EL MODELO INVERSIÓN-EXPORTACIÓN EXIGE A CHINA ELEVADAS TASAS
DE AHORRO
China tiene una tasa de ahorro muy elevada, superior al 50%. La mitad del mismo está en manos de las empresas estatales. El ahorro, por definición, es la renta o PIB que no se consume. Y la inversión, también por definición, se financia con ahorro. Cuanto más ahorro existe en la economía, menos consumo habrá (terreno que, por otra parte, acabarían ocupando las inversiones).
Invertir en exceso es malo para el bienestar. Por ejemplo, una autopista puede hacer ganar en bienestar si sirve para estimular la actividad económica. Quizás incluso dos, tres y diez más. Pero
hacer autopistas que no son necesarias es tirar el dinero. A esto se refieren los analistas cuando
hablan de “inversión sobrecalentada”.
China tiene un ahorro tan elevado porque su modelo económico está basado en el binomio exportaciones baratas-inversión. Y dicho ahorro excesivo, insisto, se invierte en activos que
ofrecen un retorno cada vez menor.
Para exportar barato, es condición necesaria mantener una divisa devaluada. Y, para ello, el tipo de
cambio debe ser fijo. Esto significa que la cotización del yuan no puede determinarse libremente
dentro del mercado de divisas. La cotización de cualquier divisa se determina por las relaciones del
país en cuestión con otros países. Tomemos como ejemplo la relación entre China y EEUU. El cambio de ambas divisas puede determinarse atendiendo a los siguientes movimientos:
1) Exportadores chinos a EEUU, por ejemplo, que ofrecen dólares en el mercado de divisas
para obtener yuanes.
2) Importadores chinos que desean comprar productos a EEUU (como deben pagarlos en
dólares, ofrecen yuanes para adquirir la divisa estadounidense).
3) Inversores estadounidenses en China, que intercambian sus dólares por yuanes para hacer
negocios aquí.
4) Inversores chinos en EEUU, que deben hacer lo contrario (vender yuanes y adquirir dólares para realizar sus inversiones allí).
Hay más intercambios posibles, todos con los mismos efectos y contabilizados en la balanza de pagos correspondiente. Pero, por simplificar: cuando China tiene un superávit comercial con EEUU, dentro del mercado de divisas estarán ofreciéndose más dólares que yuanes. Lo mismo sucede cuando se gastan más dinero los turistas estadounidenses en China que viceversa. Y también cuando se demandan más inversiones en China que dentro de EEUU. El mercado, por tanto, lo que refleja en todos estos casos es una oferta excesiva de dólares frente al yuan. Si el mercado fuera libre, la oferta excesiva del dólar debería abaratar su valor después de cada superávit chino con EEUU. Sin embargo, esto no es así porque China tiene un sistema de cambios fijos, impidiendo la fluctuación libre del cambio yuan-dólar. El ajuste libre de la cotización cambiaria se ve interrumpido mediante una intervención sistemática del propio banco central chino que, como comentaba antes, compra esos dólares “sobrantes” y los paga con yuanes recién imprimidos. Dichos dólares son anotados automáticamente en su cuenta de activo. Y, como sabemos, dichas reservas superan ya los tres billones (fundamentalmente dólares estadounidenses, pero también otras divisas, puesto que lo anterior era tan solo un ejemplo).
Esta disfunción, ya lo hemos dicho antes, ejerce presiones inflacionistas sobre la economía de China. No solamente debido a la intervención cambiaria (compra de dólares por parte del banco central, que debe imprimir nuevos yuanes para pagarlos). Las importaciones en dólares, por ejemplo, resultan más caras cuanto menor sea el valor de la divisa china. Sin embargo, esto no constituye un problema inmediato, puesto que es posible contrarrestar tales efectos negativos mediante otras políticas (subiendo el RRR o subvencionando los productos importados). Lo realmente grave, no obstante, es la propia naturaleza del modelo.
Para que Pekín pueda controlar sus tipos cambiarios sin causar ningún estropicio macroeconómico, necesita limitar los flujos de capital. Como regla general, ningún particular en este país puede cambiar más de cincuenta mil dólares anuales. Esto significa que el ahorro privado permanece cautivo en China, sin apenas capacidad de salir al exterior para obtener unos mayores rendimientos.
Estas restricciones al libre movimiento de capitales, que sirven para sostener el actual modelo exportación-inversión-ahorro, y justifican parcialmente un ahorro tan elevado; generan también otras disfunciones económicas adicionales:
1) Parte importante del ahorro privado y corporativo chino, ante la imposibilidad de salir al exterior, acaba en depósitos bancarios (un 50%)27. Estos depósitos, además, proporcionan el músculo necesario para la financiación barata de las inversiones estatales.
Dichas inversiones con dinero barato son ineficientes en muchas ocasiones, porque el precio no está reflejando adecuadamente el coste real del capital. Cuanto más barato es el acceso al crédito, preferente para las empresas estatales, menos rendimiento requerirá la inversión para amortizar los préstamos. Tales inversiones, por tanto, tenderán necesariamente a ser de peor calidad. Y el coste para los ciudadanos podemos establecerlo en un menor rendimiento incluso de sus ahorros, gracias al cual se puede sostener toda esta dinámica ineficiente. Los chinos, digámoslo así, no pueden hacer un uso óptimo de sus ahorros.
2) El bajo tipo ofrecido para los depósitos bancarios favorece que haya crisis locales como la de Wenzhou (Zhejiang). Cuando los tipos sobre depósitos subieron por última vez en julio del año pasado al 3,5%; la inflación ya prácticamente duplicaba esta tasa. Los tipos de interés sobre depósitos eran, y son, negativos. Con una inflación más elevada que la remuneración del depósito en cuestión, los ahorradores chinos pierden poder adquisitivo. Y, lógicamente, muchos intentarán buscar nuevas vías para incrementar el rendimiento de su dinero. Por tanto, en vez de depositar el dinero dentro del banco, algunos ahorradores en Wenzhou decidieron prestar sus fondos a otros inversores que les ofrecían unos intereses mucho mayores. Este sistema informal, muy precario e igualmente ineficiente en su concepción, acabó provocando la quiebra de prósperas PYMES28.
3) Wenzhou está estrechamente relacionado con la ausencia de alternativas para el ahorro, que muchas veces se ve condenado a obtener rendimientos decrecientes (cuando no negativos, como he comentado unas lineas más arriba). La segunda opción de ahorro para el chino medio, aparte del depósito bancario, son las inversiones en vivienda y bolsa. Y aquí, como es evidente, el peligro más inmediato son las burbujas que se pueden crear.
4) El ahorro cautivo, dentro del límite, terminaría desapareciendo si siempre fuera destinado a inversiones con rendimientos decrecientes. Estos rendimientos están empezando a aparecer, por lo que China deberá variar su rumbo: favorecer el consumo en lugar del exceso de ahorro e inversión.
Fuente: ECONOMÍA CHINA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO
Ponencia a cargo de ALBERTO JAVIER LEBRÓN VEIGA, corresponsal de Business
Televisión en China y Asia-Pacífico.