INTRODUCCIÓN
1.1 La filosofía política antes de la reunificación
1.1.1 Periodo histórico
Se fija el comienzo de la historia china en el año 2087 a. C., en el que las tribus chinas fueron sometidas al mandato de la dinastía Xia. Xia la que mantuvo su dominio hasta el 1766 a. C., año en el que fue sustituida por la dinastía Shang que, a su vez, retuvo el poder hasta el año 1121 a. C. El mandato unificado en China continuó entonces con la dinastía Zhou, sucesora de la Shang, sin embargo, pese a que nominalmente la dinastía Zhou se mantiene hasta el año 222 a. C., se fija el año 722 como la fecha de su pérdida de poder real para quedar éste en manos de los señores feudales. El territorio del emperador se vio reducido a la capital, Loyang, y su papel restringido a las actividades
puramente ceremoniales.
Desde el 722 a. C. China quedó dividida de hecho en siete u ocho reinos que mantuvieron una situación de guerra constante durante los periodos llamados Primavera y Otoño, nombre que se debe a las crónicas que de esa época hace Confucio bajo ese título de la historia de su propio estado, el de Lu, y el llamado de los Reinos Combatientes. Estas dos épocas son la edad dorada para el pensamiento filosófico-político, ya que, pese a la división del territorio chino en diversos estados, se conserva la lengua y cultura común originada durante el dominio de las Tres Dinastías. Los pensadores políticos (y también militares) iban de estado en estado ofreciendo sus teorías, experiencias y habilidades al servicio de los monarcas, salvo los taoístas que predicaban una vida retirada del mundanal ruido, hasta que el en 222 a. C. el estado Qin conquista el resto de los estados,
reunifica China y acaba con la libertad de pensamiento y expresión.
1.1.2 Escuelas políticas
Durante estos siglos calamitosos de guerra constante aparece un buen número de pensadores especialmente preocupados por la anárquica situación política que vive China, como Confucio (551 – 479 a. C), Mo ti (siglos V y IV a. C.), Laozi (siglo IV a. C.), Chuangzi (399 – 295 a. C.), Mencio (371 – 289 a. C) Han Fei ( - 233 a. C.), entre otros.
En este periodo las escuelas discuten entre sí con gran vivacidad, al tiempo que se remiten a problemas y objetos comunes. Aunque quizás se podría decir que el gran objeto de toda la filosofía política de esta época y de toda la filosofía clásica china en general es el emperador, el Hijo del Cielo, o más bien su comportamiento; él es la causa de la suerte del imperio, o del mundo, que era lo mismo para los chinos; si actúa adecuadamente todo irá bien, si no, el imperio al completo sufrirá las consecuencias.
Tanto las doctrinas confucionista como la mohista (de Mo Ti) fundamentan sus argumentaciones en los emperadores santos de las dinastías legendarias que habían mantenido unido y en orden el mundo, mientras que la escuela realista o legista de Shang Yang y luego Han Fei, afirma partir del mundo tal cual es, sin considerar una pasado ideal al cual remitirse.
Todas las filosofías políticas de la época coinciden en señalar que en el principio todo era desorden porque los hombres tenían opiniones diferentes sobre las cosas y “eran como fieras” (Mo Ti). Sin embargo, fue el emperador el que impuso su voz y su opinión sobre el resto y así estableció el orden. Para la filosofía política clásica china no hay lugar para el dialogo - la dialéctica, aparte, si acaso, en la interpretación de cada escuela de la virtud de los reyes santos. Así lo hace explícito el confucionismo, para el que cada uno debe acatar y someterse a su posición inamovible y eterna en el cosmos, cuya manifestación expresa se manifiesta en el rito. Tampoco es importante el diálogo para el taoísmo que indica una y otra vez que el Tao no se puede expresar con palabras y, por tanto, estima, como los confucianos, por encima de todo, el silencio.
Tanto el sistema confuciano como el mohista pretenden hacer frente a la época de desorden en la que viven creando un sistema político basado en la moral. A la base de la idea moral confuciana, tanto en el mismo Confucio como en Mencio, está la idea de la compasión. Así, el príncipe debe ser, ante todo, humano, y sentir así como propias las penas y las alegrías de sus súbditos de modo que se establezca una suerte de relación empática entre el imperador y éstos.
Para Mencio, además, el hombre es de natural bueno, es decir, que nace con la virtud innata de la compasión. Y no solo la compasión, también son innatas para el confucionismo las relaciones de las que nos servimos para establecer el orden, sostenidas en su significado contenido en el nombre, así las relaciones entre padres e hijos, entre marido y esposa, etc. que son el modelo y molde de la sociedad1. Esta moral o compasión innata le vale a Mencio para decir que si un príncipe fuera capaz de ejecutar los principios del cielo correctamente, la compasión, no necesitaría lanzarse a conquistar
los demás estados para unificar el mundo, pues todos acudirían a él para hacerse sus súbditos.
Fuente: LA FILOSOFÍA POLÍTICA CHINA CLÁSICA
Historia y pensamiento en China
MANUEL HERRANZ